La tensión en el aire era palpable cuando me enteré de lo que estaba ocurriendo. Estaba en la zona y pensé que podría estar en peligro, pero, afortunadamente, no fue así. A diferencia de los taxistas y conductores de plataformas digitales, que bajo la indiferencia de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), están en riesgo constante de enfrentamientos que podrían resultar en una tragedia.
Habíamos disfrutado de meses de relativa calma. Parecía que los taxistas habían aceptado la coexistencia con Uber y otras plataformas. Sin embargo, la proximidad de la FENAPO y la lucha por el control del servicio de transporte reavivaron viejas hostilidades. Este nuevo episodio de violencia perturbó la tranquilidad en San Luis Potosí. Taxistas emboscaron a conductores de plataformas, los insultaron y vandalizaron sus vehículos. La SCT, con su ineptitud habitual, respondió con un operativo improvisado que solo empeoró la situación. El conflicto se trasladó a varias calles de Soledad de Graciano Sánchez y la capital, con enfrentamientos que incluyeron pedradas, puñetazos y bloqueos de carreteras. La situación me recordó a los peores momentos de violencia en Guanajuato, Zacatecas o Culiacán, porque cualquier transeúnte podía resultar herido. La incapacidad de los cuerpos de seguridad para controlar el problema era evidente.
Considero que la SCT es la principal responsable por dos razones. Primero, porque no debería tolerar ni proteger a los taxistas que recurren a la violencia. Si cometen actos delictivos, quítales las concesiones y retíralos de las calles. ¿O acaso son el brazo armado del Gobierno? Segundo, si los servicios como Uber son ilegales, aplica la ley y evita que operen para prevenir estas situaciones. Parece que prefieren ver el caos.
Uber llegó a San Luis Potosí en 2016 y, con el tiempo, otras plataformas se sumaron. Ocho años después, la falta de regulación y control persiste. Los taxistas, por su parte, se comportan como una mafia, ofreciendo un servicio deficiente y exigiendo exclusividad. No se aplica la ley de ningún lado. O no quieren o no pueden.
Es urgente tomar medidas concretas en todos los aspectos, porque este conflicto es una bomba de tiempo que estalla de vez en cuando, amenazando con consecuencias graves. Esperemos que la situación se controle antes de que sea demasiado tarde.