México enfrentaría una recesión, un drástico debilitamiento del peso y una galopante inflación, que se agudizarían con alzas en tasas de interés y desempleo.
Si el presidente Donald Trump cumple su amenaza de desechar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte e imponer aranceles a los productos mexicanos, se arriesga a desatar una guerra comercial que podría derivar en lo que más busca evitar: un enorme incremento en el número de mexicanos que emigran hacia Estados Unidos, de acuerdo con economistas.
El resultado sería catastrófico para la economía mexicana: Recesión. Un drástico debilitamiento del peso, incluso por debajo de la baja histórica en la que ya se encuentra debido a la belicosa retórica de Trump. Una galopante inflación, alza en tasas de interés y desempleo.
«México es más pequeño que Estados Unidos y puede resultar mucho más perjudicado que Estados Unidos en este conflicto», dijo Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, un grupo de expertos en Washington a favor del libre comercio.
Una guerra comercial con México «llevaría el peso a la baja, así como las oportunidades para los mexicanos que trabajan de manera honesta en la industria manufacturera», añadió. «Habría más mexicanos desesperados cruzando la frontera».
Y de ninguna manera Estados Unidos sería inmune a las consecuencias.
México es el tercer principal socio comercial de Estados Unidos, y entre ambas naciones hicieron operaciones comerciales transfronterizas por unos 583,600 millones de dólares en 2015, de acuerdo con la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos.
Eso incluyó un déficit comercial de servicios y productos estadounidenses por 49,200 millones de dólares. Estados Unidos adquiere el 80% de las exportaciones mexicanas, y los automóviles, maquinaria eléctrica y combustibles, encabezan una lista en la que se incluyen productos agrícolas como frutas, vegetales, vinos y cerveza.
La propuesta que planteó el gobierno de Trump esta semana de un arancel del 20% a las importaciones provenientes de México para pagar el muro prometido en la frontera sur, no tardó en ser definida por las autoridades como solo una de varias «opciones».
También podría enfrentar una dura oposición en el Congreso, incluyendo a algunos republicanos a favor del libre comercio. Los senadores John McCain y Jeff Flake, del estado fronterizo de Arizona, han expresado apoyo público al TLCAN. McCain resaltó que ha incrementado las exportaciones de Arizona a México y Canadá en 5,700 millones de dólares, 236%, desde que el pacto entró en vigor en 1994.
El peor escenario de una guerra comercial es aterrador, aseguran los economistas.
Si Estados Unidos gravara las importaciones mexicanas, violaría los términos del TLCAN y anularía el pacto, de acuerdo con Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics para Latinoamérica.
México podría imponer sus propios aranceles como represalia. La incertidumbre alejaría a los inversionistas y a las empresas, incluyendo a las compañías estadounidenses con operaciones en México, que podrían retirarse.
El peso, que actualmente ya está en un mínimo histórico de 21 pesos por dólar, podría caer a 25, 28 o tal vez más, continuó Coutiño. El desempleo aumentaría. El poder adquisitivo real de los mexicanos se desplomaría y la inflación se desbordaría a doble dígito hacia finales del año.
Las tasas de interés también podrían superar el 10%. El gobierno mexicano se vería obligado a tomar medidas de ajuste fiscal, lo que recaería con mayor peso en la economía, empujándola a una recesión.
Estados Unidos también se vería afectado, aunque no tanto. Moody’s pronostica que una guerra comercial reduciría levemente el crecimiento económico de Estados Unidos, y costaría alrededor de 300,000 empleos en el país luego de un año.
México ya ha estado antes en una situación similar, la más notable tras la grave devaluación de la moneda en 1994, que provocó una contracción económica de casi 6 por ciento.
Cientos de miles de mexicanos cruzaron la frontera a Estados Unidos en busca de empleo, una de las razones por las que Estados Unidos organizó un paquete de rescate del Fondo Monetario Internacional por 50,000 millones de dólares para su vecino del sur en 1995.
En caso que la economía estadounidense siga en mejoría mientras que la de México se desploma, los expertos afirman que se podrían esperar resultados similares. Fortalecer las barreras físicas no mantendría fuera a los inmigrantes, ya que algunos estimados apuntan a que el 40% de la inmigración ilegal es resultado de personas que ingresaron legalmente a Estados Unidos y se quedaron más tiempo del establecido por sus visas. Canadá no requiere una visa para los ciudadanos mexicanos, así que no hay nada que impida que vuelen a Canadá y crucen a Estados Unidos por su frontera menos vigilada.
Los detractores señalan que la obsesión del presidente de Estados Unidos con la inmigración ilegal procedente de México ignora el hecho de que el fenómeno ha ido a la baja en los últimos años, y recalcan la ironía de que sus políticas podrían revertir esa tendencia. El Pew Research Center reportó en noviembre que el número de inmigrantes mexicanos no autorizados en Estados Unidos cayó de 6.95 millones en 2007 a 5.85 millones en 2014.
Coutiño pronosticó que el caos económico en México fortalecería a los cárteles que trafican drogas hacia los Estados Unidos -otro supuesto objetivo del muro fronterizo- dado que los desempleados son más susceptibles a ser reclutados por el crimen organizado.
«Tendrás un vecino al sur de la frontera repleto de desempleo, problemas sociales y un índice de criminalidad en aumento», dijo Coutiño. «¿Quieres tener un vecino así? Esa es la pregunta que Trump y su equipo deberían hacerse».