Mucho se discute acerca de si existe realmente el anonimato en la era digital. Para algunos, el internet permite enmascarar la identidad y llevar a cabo diversos actos sin ser detectado.
Pero la mayoría concuerda en que, con la existencia de los algoritmos, la inteligencia artificial y las cookies, en internet ya es casi imposible esconderse.
El debate continúa, pero hay una realidad y es que las actividades que realizamos en línea no pasan desapercibidas, sino funcionan para ir configurando una imagen de lo que somos como personas. En este proceso participan distintas herramientas y plataformas online —desde las redes sociales hasta las páginas de casino como mr bet — con las cuales interactuamos y que conforman lo que se llama “huella digital”.
En adelante analizamos brevemente de qué se trata este concepto, propio de la era del internet, y cuál es su importancia dentro de nuestra vida cotidiana.
¿Qué es la huella digital?
Si no estás familiarizado con el argot característico de la web, “huella digital” puede sonarte a las impresiones dactilares únicas de cada ser humano, esas que se usan para resolver crímenes y validar ciertos documentos. Pero en nuestros tiempos significa, también, otra cosa.
La huella digital se refiere al rastro que vamos dejando con nuestra actividad en línea. Cada vez que rellenamos un formulario de registro en alguna plataforma, realizamos una búsqueda en motores populares, guardamos favoritos en marketplaces, interactuamos con publicaciones en redes sociales o foros, elegimos juegos de navegador para entretenernos, descargamos contenido y aplicaciones, aceptamos cookies, entre otras acciones, estamos alimentando la impresión nuestra que queda en la web.
Esta puede ser consultada por softwares especializados en rastreo, empresas e incluso particulares, que busquen referencias de nosotros por algún motivo. En un mundo donde casi el 70% de la población tiene presencia activa en internet, la reputación que tengamos en línea es algo a lo cual debemos prestar atención.
Huella digital activa y huella digital pasiva
De acuerdo a qué tan involucrado esté el internauta en el suministro de información que va conformando su huella digital, distinguimos dos tipos principales de estas: la activa y la pasiva.
La huella digital activa se forja a partir de las actividades en las que conscientemente el navegante web deja información en distintas plataformas. Por ejemplo, cuando rellena un formulario, se registra en una página nueva, se da de alta en una red social o publica contenido en estas últimas.
Son las acciones mediante las cuales la persona está al tanto de que está compartiendo datos personales y de ubicación con terceros en internet.
Por otro lado, la huella digital pasiva abarca toda la información que se recoge sobre una persona sin que esta explícitamente de su consentimiento. Aplica para la identificación y rastreo de la dirección IP, los likes en RRSS, los clics en contenidos o enlaces, las cookies que se aceptan sin pensarlo, etc.
¿Para qué usan los particulares y empresas la huella digital de otros?
Llegado este punto te preguntarás ¿cuál es el uso que se le da a mi huella digital en la web? La respuesta es amplia. La huella digital sirve a muchos propósitos. Los más comunes tienen que ver con el marketing, pues la información recopilada sirve para filtrar los anuncios que se ofrecen a cada quien en redes sociales y motores de búsqueda.
También funciona en muchos casos para verificar la identidad de los internautas y restringir o mostrar contenido de acuerdo a su ubicación, edad y género.
Por otro lado, la huella digital también puede servir a potenciales empleadores para verificar la reputación de cada aspirante a un cargo. Es una herramienta poderosa, que no solo muestra nuestros gustos y preferencias, sino también nuestras creencias y valores.
Ahora que sabes todo esto, seguro te lo pensarás dos veces antes de interactuar con contenido online y publicar en portales y aplicaciones. (depositphotos)