Doha, 5 dic (EFE).- «Si tenemos que depender de alguien, que sea de Mbappé». La palabra Mbappedependencia ha comenzado a circular en el cuartel general de Francia en Doha, superado por la dimensión que está tomando la figura del atacante del PSG en el Mundial de Qatar. El seleccionador, Didier Deschamps, no parece molesto con que su delantero estrella esté actuando de locomotora de un equipo que, sin encandilar, ha dejado las mejores impresiones en lo que va de competición y buenos resultados, en buena medida gracias a él. Francia se cuelga de un portento que, además, ha puesto en el punto de mira renovar el título logrado hace cuatro años en Rusia, lo que le propulsaría de lleno a la leyenda. «Este Mundial es mi obsesión», aseguró el futbolista, apresurado dentro y fuera del campo. Mbappé es un ferrocarril y no quiere que nadie se ponga en su camino. A menos de un mes de cumplir los 24 años, el delantero parisino asusta por lo que hace y por la forma en la que lo hace. Los cinco goles que ha conseguido en este Mundial se suman a los cuatro que traía de Rusia, dos más que los que había conseguido Pelé con esa edad, con la que Lionel Messi, Cristiano Ronaldo o Michel Platini solo habían marcado 1. Sus cifras son tan meteóricas que en cada rincón del planeta se busca una nueva frontera que no haya roto. Portugal constata que es el jugador más joven en lograr 8 goles, un honor que arrebató a Eusebio, mientras que Alemania ya ve temblar la marca de Thomas Müller, del que solo le separa un tanto para convertirse en el máximo goleador en activo de los Mundiales. El jugador no quiere que nada de eso desvíe su atención del objetivo máximo. Ningún gramo de energía debe ir a otro fin que no sea conducir a Francia al Mundial. Por eso no acudió a la rueda de prensa oficial tras ser elegido mejor jugador de los dos primeros partidos de Francia y lo hizo tras los octavos de final contra Polonia para evitar las multas de la FIFA. «AL CIENTO POR CIENTO» «Cuando me concentro en algo, tengo que hacerlo al cien por ciento», aseguraba el futbolista, que apenas asentaba sus posaderas en la silla para no perder demasiado tiempo en ese compromiso molesto. Mbappé y la prensa, una historia ya larga, que ha traído a maltraer a los medios durante los meses en los que el parisiense deshojaba la margarita de su futuro en el PSG o su fichaje por el Madrid. Entonces, el jugador demostró que es capaz de hacer la diferencia entre lo que hace y lo que se cuenta que hace, impermeable a rumores, a críticas y loas, avanza hacia su objetivo con determinación. La prisa que demuestra en busca de su objetivo también tiene su proyección en el césped, donde Mbappé está haciendo saltar por los aíres todos los radares, que se han acostumbrado a medir la velocidad de sus carreras. Si en Rusia fue bautizado como «monsieur 37 por hora» por la velocidad que alcanzó en una jugada contra Argentina en octavos de final. Entonces tenía 19 años, pero cuatro más tarde el futbolista no ha perdido punta y en Doha aventajó al defensa polaco Matty Cash en una carrera en la que corrió a 35 por hora. La cifra, mostrada en los marcadores del estadio Al Thumama, provocó un rumor de admiración en la grada y comienza a ser agitada como espantajo para atenazar rivales: que viene el coco. Otro dato. El disparo que se coló en la escuadra de Wojciech Szczesny corría por los aíres del desierto a 135 por hora. Mbappé ha puesto la directa y, además del doblete, fue el autor decisivo del gol de Olivier Giroud, que además de propulsarle a la cabeza de la lista de anotadores históricos de Francia abrió la lata contra Polonia, por la que se coló después el segundo doblete del delantero parisino. ¿Dónde está su límite? Nadie se atreve a ponerlo por ahora, pero el jugado advierte de que ha programado toda su temporada para estar en el tope de su forma durante el Mundial, física y mentalmente. En la concentración francesa aseguran que se ha transformado. Sin Karim Benzema, que tuvo que abandonar Doha lesionado, nadie hace sombra a sus actuaciones y hasta los otros pesos pesados del vestuario, como Antoine Griezmann, han adaptado su juego para hacer brillar más a Mbappé. «Nosotros hacemos carburar la máquina y él se encarga de resolver». El resumen lo hace Adrien Rabiot y define buen al equipo. Deschamps tampoco quiere ponerle ningún obstáculo y, para ello, le ha ayudado que, sin Benzema, pueda colocar en punta a Olivier Giroud, el pivote que Mbappé lleva reclamando toda la temporada en el PSG. Definitivamente, todo en Francia depende de su delantero.